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¿Cómo combatir una dolencia?

hombre con dolor de espalda sentado en un sillon

A través de este artículo te explicaré, con una historia de la vida real, como superar una dolencia simplemente mirando a la vida.

La historia de “Manolo”, un paciente con dolor lumbar

Manolo (Es un nombre ficticio para no revelar la identidad del paciente) acudió a mi consulta hace un par de años presentando un dolor lumbar incapacitante, que le impedía realizar todas las actividades cotidianas de la vida diaria, era un dolor que se prolongaba con más de 18 meses.

Al realizarse la entrevista, todo su discurso estaba enfocado en su dolencia, en su problema o enfermedad, contó todos los especialistas que los trataron, todo lo que hicieron, sin embargo, todas esas cosas, esas resonancias que decían que tenían una protusión discal, todo eso que estaba haciendo, estaba lejos de ayudarle a salir del agujero , más bien estaba participando en cavar y profundizar el problema (Recordando el relato del hombre que llegó con una pala al doctor y salió con una excavadora).

A pesar de que él estaba haciendo muchas cosas y buscando soluciones, estás le estaban ayudando a profundizar pero no a salir, le alejaban de mirar a la verdad, toda esa energía de atención, dinero y tiempo le alejaban de enfrentarse a la realidad.

 

medico revisando paciente con dolor de espalda

La entrevista a Manolo

Durante la entrevista me contó que tenía un bebé , el cual tenía unos meses menos que sus dolores de espalda, por lo tanto, no lo podía coger en brazos ni hacerse cargo porque le dolía mucho la espalda, es importante destacar que esa criatura la habría tenido porque su mujer lo había tenido entre la espada y la pared, no fue una decisión realmente mutua.

Cuando empezó su dolencia le habían propuesto ser jefe de equipo, estar por encima de un grupo de personas, sin embargo, eso a él le pesaba mucho.

Anteriormente solía ir con frecuencia los fines de semana a una casa de pueblo, donde tenía un grupo de amigos con los que hacía deporte, algo que le encantaba y que no podía hacer en la actualidad y echaba de menos.

El diagnóstico de Manolo

Con todas estas cosas me pude dar cuenta que él era una persona muy responsable, pero extremadamente. Se podría decir, que este chico era un hiperresponsable, era tan responsable que las responsabilidades le pesaban un horror, por lo tanto, empecé a sospechar que en esa hiperresponsabilidad podría estar la causa y el problema de sus dolores.

hombre trabajando con un ordenador en su oficina

El tratamiento de Manolo

Le propuse que fuera a trabajar pero con dos condiciones; la primera era que renunciara de momento y hasta nueva orden al puesto de jefe de equipo y la segunda que podría marcharse cuando quisiera, la empresa se lo permitió. En la siguiente consulta que tuvimos me comentó que en el trabajo ya no tenía dolor.

En cambio, en casa si le dolía, empezamos a trabajar y en esa sesión se le propuso que se fuera a su pueblo solo y así lo hizo.

En la siguiente sesión, me comentó que al estar en su pueblo no le había dolido la espalda, alegó que había abandonado a su mujer y a su hijo y su ascenso a jefe de equipo de manera definitiva, generando como una desaparición de sus dolencias.

 Esta dolencia que presentaba Manolo le sirvió para no asumir la hiperresponsabilidad aplastante de ser papá y de ser jefe de equipo en una empresa.

El dolor de espalda era una excusa perfecta para no hacerse responsable de ninguna de las cosas que estaba viviendo en ese momento.

El reencuentro con Manolo

Volví a verle unos meses despues, por un pequeño problema de cuello insignificante, me contó que volvió a casa y al puesto de jefe de equipo, pero desde otro lugar, aprendió a quitar el exceso de responsabilidad y hacerse sanamente responsable de su hijo y de ese ascenso.

Este paciente necesitó iresponsabilizarse del todo y asumir abiertamente que no podía cargar con ello, solo cuando se dió ese permiso fue que pudo volver a su casa, porque realmente creía en esa relación, en esa familia y en ese trabajo.

Conclusión de la historia de Manolo

La diferencia entre el Manolo que estaba dentro del aguero y el que sale, es que el primero está mirando a la muerte, a lo oscuro, mirando hacia abajo para no tener que mirar hacia la vida, el segundo está mirando a la vida, cuando uno mira a la vida ya no necesita mirar hacia abajo.

Los agujeros nos vienen bien, nos ayudan a notar que situaciones o personas en nuestras vidas no estamos queriendo ver y por ello estamos pasando por ese proceso o esa dolencia.

Es importante destacar que muchas salidas del agujero no son tan rápidas como las de Manolo, el cual pudo identificar qué le estaba causando esa dolencia, no dejamos de excavar tan rápido.

Cuando miras hacia atrás se ve mucho más fácil y claro quién era aquel que estaba en ese agujero, mira quien eres hoy y quien eras en aquel entonces… ¿Qué aprendiste?¿Qué sacaste de ello? Seas más o menos consciente, seguro hay un cambio dentro de ti.

Cuanto más consciente eres la probabilidad de que te asalten grandes problemas y que caigas en pozos o que cojas excavadoras es mucho menor, es la consciencia, el saber identificar el origen del problema la que nos previene y nos saca de esos círculos viciosos, de esos agujeros y nos permite tener salud.

Profundiza más acerca de este tema a través de este vídeo

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